VITAMINAS PARA EL ALMA - AMANDO A LA FAMILIA DE NUESTRA PAREJA



El cuarto mandamiento de la ley divina del amor, dice: “Amar y respetar a nuestros Padres”. Esto es serio y digno de mucha reflexión, en especial, cuando se tienen hijos.
Cuando tenemos hijos, ellos generalmente, son producto del amor entre dos personas, un hombre y una mujer. Científicamente, el próximo humano se crea a partir de la unión de 50% de información celular del padre y el otro 50% de la madre. Esto quiere decir, que todo humano es mitad papá y mitad mamá. Por tanto, su contenido esencial de espíritu, alma y cuerpo, vendrá determinado por los sentimientos que albergamos hacia nuestra pareja, padres, hermanos, cuñados y sobrinos, incluso hasta primos y familia por afinidad.
Espiritualmente, cualquier sentimiento de odio, rechazo, envidia, codicia, menosprecio o maldad, que se tenga encausado hacia  nuestra pareja o algún familiar de esta, tendrá un efecto nocivo sobre nuestros descendientes, porque estamos en ese mismo sentido, odiando, rechazando, envidiando, codiciando, menospreciando o atentando contra su presencia en este mundo.
En la mayoría de los casos, que he visto o leído, de niños que parten antes de nacer o mueren en tiempos posteriores a su nacimiento, he observado un denominador común: Uno de los padres, rechaza y hasta impide la relación, de sus suegros, cuñados y sobrinos políticos, con su pareja  y sus descendientes. Es decir, que rompe contactos con su nueva familia adquirida.
Sin lugar a dudas, esta ruptura crea un desgarre interno en sus propios hijos, ya que al no permitir una relación sustentada en el amor con su familia política, tampoco la tiene con su hijo.
La mente cuya esencia es muy  poderosa, reconoce sabiamente el rechazo hacia una mitad de sí mismo. Para entenderlo mejor, te cito un ejemplo: Una mujer, que se empeña en odiar a sus suegros o cuñados, porque no los siente dignos de su presencia o no reúnen los requisitos para ser queridos, trae un hijo a este mundo. El niño crece con un sentimiento de rechazo, por supuesto, que su papá y mamá lo tratan bien y lo atienden. Sin embargo, esa creatura inconscientemente sabe con certeza y por consiguiente, siente que su madre lo desprecia. Pues, la naturaleza es sabia y no se equivoca. Ese niño, si llega a crecer, tendrá la sensación de no ser amado por su madre y desarrollará una serie de desórdenes emocionales, que tarde o temprano, manifestará a través de su cuerpo o conductas. Por tal razón, muchos niños eligen la paz que les otorga Dios y que no consiguen con sus padres. Ojo, en esto involucro al papá, porque nunca arregló la ruptura entre su familia y su esposa.

Por tanto, es tremendo error, elegir odiar o ser indiferente con la familia de la pareja. La salud y bienestar de cualquier hijo depende de ello.
Hace unos años, me preguntaron, ¿Por qué mis hijos casi no se enfermaban o si ocurría sanaban muy rápido? Yo contesté, que procuraba estar siempre feliz con mi esposo, aunque me pelease con él, que trataba de no rechazarlo, que buscaba la manera de fomentar una relación de armonía en la mente de mis hijos con su familia paterna y por sobretodo, trataba siempre bien a sus tíos y primos, cuando los veía.
Así que, si estás leyendo este humilde artículo y tienes como dice mi amada madre, un cable pelao con la familia de tu pareja, corre a resolverlo y busca la manera de amarlos, porque el inconsciente de tu hijo sabrá, que también lo amas y así garantizarás, su salud, bienestar y prosperidad.
Besos. Que Dios bendiga tu mente y corazón.


¡No hay nada más bello ni más agradable que ver a los hermanos vivir juntos y en armonía!” Salmos 133:1



“Honra a tu padre y a tu madre, para que disfrutes de una larga vida en la tierra que te da el Señor tu Dios” Éxodo 20:12

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