HABLANDO CON PAPÁ DIOS, LUNES 30 DE MARZO - DIOS NOS SALVA
ALIMENTO PARA EL ALMA
PRIMERA LECTURA
La inocencia de Susana
Del libro del profeta Daniel: 13, 1-9. 15-17. 19-30. 33-62
En aquel tiempo vivía en Babilonia un hombre llamado Joaquín, casado
con Susana, hija de Quelcías, mujer muy bella y temerosa de Dios. Sus padres
eran virtuosos y habían educado a su hija según la ley de Moisés. Joaquín era
muy rico y tenía una huerta contigua a su casa, donde solían reunirse los
judíos, porque era estimado por todos. Aquel año habían sido designados jueces
dos ancianos del pueblo; eran de aquellos de quienes había dicho el Señor:
"En Babilonia, la iniquidad salió de ancianos elegidos como jueces, que
pasaban por guías del pueblo". Estos frecuentaban la casa de Joaquín y los
que tenían litigios que resolver acudían ahí a ellos. Hacia el mediodía, cuando
toda la gente se había retirado ya, Susana entraba a pasear en la huerta de su
marido. Los dos viejos la veían entrar y pasearse diariamente, y se encendieron
de pasión por ella, pervirtieron su corazón y cerraron sus ojos para no ver al
cielo ni acordarse de lo que es justo.
Un día, mientras acechaban el momento oportuno, salió ella, como de
ordinario, con dos muchachas de su servicio, y como hacía calor, quiso bañarse
en la huerta. No había nadie allí, fuera de los viejos, que la espiaban
escondidos. Susana dijo a las doncellas: "Tráiganme jabón y perfumes, y
cierren las puertas de la huerta mientras me baño". Apenas salieron las
muchachas, se levantaron los dos viejos, corrieron hacia donde estaba Susana y
le dijeron: "Mira: las puertas de la huerta están cerradas y nadie nos ve.
Nosotros ardemos en deseos de ti. Consiente y entrégate a nosotros. Si no, te
vamos a acusar de que un joven estaba contigo y que por eso despachaste a las
doncellas". Susana lanzó un gemido y dijo: "No tengo ninguna salida;
si me entrego a ustedes, será la muerte para mí; si resisto, no escaparé de sus
manos. Pero es mejor para mí ser víctima de sus calumnias, que pecar contra el
Señor". Y dicho esto, Susana comenzó a gritar. Los dos viejos se pusieron
a gritar también y uno de ellos corrió a abrir la puerta del jardín. Al oír los
gritos en el jardín, los criados se precipitaron por la puerta lateral para ver
qué sucedía. Cuando oyeron el relato de los viejos, quedaron consternados,
porque jamás se había dicho de Susana cosa semejante.
Al día siguiente, todo el pueblo se reunió en la casa de Joaquín,
esposo de Susana, y también fueron los dos viejos, llenos de malvadas
intenciones contra ella, para hacer que la condenaran a morir. En presencia del
pueblo dijeron: "Vayan a buscar a Susana, hija de Quelcías y mujer de
Joaquín". Fueron por Susana, quien acudió con sus padres, sus hijos y
todos sus parientes. Todos los suyos y cuantos la conocían, estaban llorando.
Se levantaron entonces los dos viejos en medio de la asamblea y
pusieron sus manos sobre la cabeza de Susana. Ella, llorando, levantó los ojos
al cielo, porque su corazón confiaba en el Señor. Los viejos dijeron:
"Mientras nosotros nos paseábamos solos por la huerta, entró ésta con dos
criadas, luego les dijo que salieran y cerró la puerta. Entonces se acercó un
joven que estaba escondido y se acostó con ella. Nosotros estábamos en un
extremo de la huerta, y al ver aquella infamia, corrimos hacia ellos y los
sorprendimos abrazados. Pero no pudimos sujetar al joven, porque era más fuerte
que nosotros; abrió la puerta y se nos escapó. Entonces detuvimos a ésta y le
preguntamos quién era el joven, pero se negó a decirlo. Nosotros somos testigos
de todo esto". La asamblea creyó a los ancianos, que habían calumniado a
Susana, y la condenaron a muerte.
Entonces Susana, dando fuertes voces, exclamó: "Dios eterno, que
conoces los secretos y lo sabes todo antes de que suceda, tú sabes que éstos me
han levantado un falso testimonio. Y voy a morir sin haber hecho nada de lo que
su maldad ha tramado contra mí". El Señor escuchó su voz. Cuando llevaban
a Susana al sitio de la ejecución, el Señor hizo sentir a un muchacho, llamado
Daniel, el santo impulso de ponerse a gritar: "Yo no soy responsable de la
sangre de esta mujer".
Todo el pueblo se volvió a mirarlo y le preguntaron: "¿Qué es lo
que estás diciendo?". Entonces Daniel, de pie en medio de ellos, les
respondió: "Israelitas, ¿cómo pueden ser tan ciegos? Han condenado a
muerte a una hija de Israel, sin haber investigado y puesto en claro la verdad.
Vuelvan al tribunal, porque ésos le han levantado un falso testimonio".
Todo el pueblo regresó de prisa y los ancianos dijeron a Daniel:
"Ven a sentarte en medio de nosotros y dinos lo que piensas, puesto que
Dios mismo te ha dado la madurez de un anciano". Daniel les dijo entonces:
"Separen a los acusadores, lejos el uno del otro, y yo los voy a
interrogar".
Una vez separados, Daniel mandó llamar a uno de ellos y le dijo:
"Viejo en años y en crímenes, ahora van a quedar al descubierto tus
pecados anteriores, cuando injustamente condenabas a los inocentes y absolvías
a los culpables, contra el mandamiento del Señor: No matarás al que es justo e
inocente. Ahora bien, si es cierto que los viste, dime debajo de qué árbol
estaban juntos". El respondió: "Debajo de una acacia". Daniel le
dijo: "Muy bien. Tu mentira te va a costar la vida, pues ya el ángel ha
recibido de Dios tu sentencia y te va a partir por la mitad". Daniel les
dijo que se lo llevaran, mandó traer al otro y le dijo: "Raza de Canaán y
no de Judá, la belleza te sedujo y la pasión te pervirtió el corazón. Lo mismo
hacían ustedes con las mujeres de Israel, y ellas, por miedo, se entregaban a
ustedes. Pero una mujer de Judá no ha podido soportar la maldad de ustedes.
Ahora dime, ¿bajo qué árbol los sorprendiste abrazados?". Él contestó:
"Debajo de una encina". Replicó Daniel: "También a ti tu mentira
te costará la vida. El ángel del Señor aguarda ya con la espada en la mano,
para partirte por la mitad. Así acabará con ustedes".
Entonces toda la asamblea levantó la voz y bendijo a Dios, que salva a
los que esperan en él. Se alzaron contra los dos viejos, a quienes, con
palabras de ellos mismos, Daniel había convencido de falso testimonio, y les
aplicaron la pena que ellos mismos habían maquinado contra su prójimo. Para
cumplir con la ley de Moisés, los mataron, y aquel día se salvó una vida
inocente.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 22, 1-3a. 3b-4. 5. 6.
R/. Nada temo, Señor, porque tú estás conmigo.
El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes praderas me hace
reposar y hacia fuentes tranquilas me conduce para reparar mis fuerzas. R/.
Por ser un Dios fiel a sus promesas, me guía por el sendero recto; así,
aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú estás conmigo. Tu vara
y tu cayado me dan seguridad. R/.
Tú mismo me preparas la mesa, a despecho de mis adversarios; me unges
la cabeza con perfume y llenas mi copa hasta los bordes. R/.
Tu bondad y tu misericordia me acompañarán todos los días de mi vida; y
viviré en la casa del Señor por años sin término. R/.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Ez 33, 11
R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
No quiero la muerte del pecador, sino que se arrepienta y viva, dice el
Señor. R/.
EVANGELIO
Aquel de ustedes que no tenga pecado, que le tire la primera piedra.
Del santo Evangelio según san Juan: 8, 1-11
En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos y al amanecer
se presentó de nuevo en el templo, donde la multitud se le acercaba; y él,
sentado entre ellos, les enseñaba.
Entonces los escribas y fariseos le llevaron a una mujer sorprendida en
adulterio, y poniéndola frente a él, le dijeron: "Maestro, esta mujer ha
sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos manda en la ley apedrear a
estas mujeres. ¿Tú qué dices?".
Le preguntaban esto para ponerle una trampa y poder acusarlo. Pero
Jesús se agachó y se puso a escribir en el suelo con el dedo. Como insistían en
su pregunta, se incorporó y les dijo: "Aquel de ustedes que no tenga
pecado, que le tire la primera piedra". Se volvió a agachar y siguió
escribiendo en el suelo.
Al oír aquellas palabras, los acusadores comenzaron a escabullirse uno
tras otro, empezando por los más viejos, hasta que dejaron solos a Jesús y a la
mujer, que estaba de pie, junto a él.
Entonces Jesús se enderezó y le preguntó: "Mujer, ¿dónde están los
que te acusaban? ¿Nadie te ha condenado?". Ella le contestó: "Nadie,
Señor". Y Jesús le dijo: "Tampoco yo te condeno. Vete y ya no vuelvas
a pecar".
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús
HABLANDO CON PAPÁ
Amado Padre, gracias por perdonarnos…Bendito
seas por siempre!!!
Padre Nuestro,
santificado seas por siempre. Tres mensajes reafirman partes de mis creencias
cimentadas en tus enseñanzas.
Primero, siempre salvas a
los inocentes, a los libres de responsabilidades. En otras palabras, Tú,
amparas al que se mantiene firme en tus mandamientos. Por eso, Susana fue preservada por tu Amor y quedó
libre de culpas.
Segundo, cada quien vive
en lo que crea para los demás. Cada quien afronta, tarde o temprano, las consecuencias de lo que hace. Te blindaste
con esto. Por eso, los ancianos cayeron en la fosa que cavaron para Susana.
Tercero, nadie está libre
de culpas. Nadie es perfecto. Perfecto, solo Tú, mi Señor. Ningún ser humano
puede condenar a otro. Por tal razón, ella no fue condenada ni por ti, ni por
los hombres.
Mi conclusión de hoy, es
que estamos llamados a amar desde el cumplimiento de tus leyes, es decir, desde la realización de las buenas acciones. En cierta forma
es fácil, porque no comprende la afectividad, sino que precisamente se trata de no hacer daño a los demás. De no
actuar en contra del prójimo. Por eso, ayúdame a ser fiel a ti cumpliendo tus
leyes que no son otra cosa que invitaciones a amar; ayúdame a contrlar mis pasiones y por último, iluminame para hacer lo que tu quieres…Amén Bendito Dios!!!
“ADORADO DIOS, CON LA FUERZA DEL PODER QUE
VIENE DE TI, YO DECIDO CUMPLIR TUS
MANDAMIENTOS”
"ES POSIBLE QUE LA MALDAD CREA QUE PUEDE SALIRSE
CON LA SUYA, PERO EN PRESENCIA DEL AMOR, QUEDA TOTALMENTE DESARMADA"
¡DIOS NOS BENDIGA…DIOS
NOS GUARDE...DIOS NOS TRATE CON BONDAD!
¡GOZOSO
Y BENDECIDO LUNES!
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