MEDITANDO LA PALABRA DE DIOS, MARTES 30 DE ENERO - LA FE EN DIOS
ALIMENTO PARA EL ALMA
PRIMERA LECTURA
Hijo mío, Absalón, ojalá hubiera muerto yo en tu lugar
Del segundo libro de Samuel: 18, 9-10. 14.24-25. 30-19, 3
En aquellos días, después de haber sido derrotado por los hombres de
David, Absalón, su hijo, se dio a la fuga. Iba montado en una mula, y al
meterse la mula bajo las ramas de una frondosa encina, a Absalón se le atoró la
cabeza entre las ramas y se quedó colgando en el aire y la mula siguió
corriendo. Uno de los soldados lo vio y le fue a avisar a Joab: "Acabo de
ver a Absalón colgando de una encina".
Joab se acercó a donde estaba Absalón, tomó tres flechas en la mano y
se las clavó en el corazón.
Mientras tanto, David estaba en Jerusalén, sentado a la puerta de la
ciudad. El centinela, instalado en el mirador que está encima de la puerta de
la muralla, levantó la vista y vio que un hombre venía corriendo solo. Le gritó
al rey para avisarle.
El rey le contestó: "Si viene solo, es señal de que trae buenas
noticias. Déjalo pasar. Tú, quédate ahí". El centinela lo dejó pasar y
permaneció en supuesto. El hombre que venía corriendo, que era un etíope, llegó
a donde estaba David y le dijo: "Le traigo buenas noticias a mi señor, el
rey. Dios te ha hecho justicia hoy, librándote de los que se hablan rebelado
contra ti". El rey le preguntó: "Pero, mi hijo Absalón, ¿está
bien?". Respondió el etíope: "Que acaben como él todos tus enemigos y
todos los que se rebelen contra mi señor, el rey".
Entonces el rey se estremeció. Subió al mirador que está encima de la
puerta de la ciudad y rompió a llorar, diciendo: "Hijo mío, Absalón; hijo,
hijo mío, Absalón.
Ojalá hubiera muerto yo en tu lugar, Absalón, hijo mío". Le
avisaron entonces a Joab que el rey estaba inconsolable por la muerte de
Absalón. Por eso, aquella victoria se convirtió en día de duelo para todo el
ejército, cuando se enteraron de que el rey estaba inconsolable por la muerte
de su hijo. Por ello, las tropas entraron a la ciudad furtivamente, como entra
avergonzado un ejército que ha huido de la batalla.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 85, 1-2. 3-4. 5-6.
R/. Protégeme, Señor, porque te amo.
Presta, Señor, oídos a mi súplica, pues soy un pobre, lleno de
desdichas. Protégeme, Señor, porque te amo; salva a tu servidor, que en ti
confía. R/.
Ten compasión de mí, pues clamo a ti, Dios mío, todo el día, y ya que,
a ti, Señor, levanto el alma, llena a este siervo tuyo de alegría. R/.
Puesto que eres, Señor, bueno y clemente y todo amor con quien tu
nombre invoca, escucha mi oración y a mi súplica da respuesta pronta. R/.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Mt 8, 17
R/. Aleluya, aleluya.
Cristo hizo suyas nuestras debilidades y cargó con nuestros dolores.
R/.
EVANGELIO
¡Óyeme, niña, levántate!
Del santo Evangelio según san Marcos: 5, 21-43
En aquel tiempo, cuando Jesús regresó en la barca al otro lado del
lago, se quedó en la orilla y ahí se le reunió mucha gente. Entonces se acercó
uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo. Al ver a Jesús, se echó a sus
pies y le suplicaba con insistencia: "Mi hija está agonizando. Ven a
imponerle las manos para que se cure y viva". Jesús se fue con él, y mucha
gente lo seguía y lo apretujaba.
Entre la gente había una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía
doce años. Había sufrido mucho a manos de los médicos y había gastado en eso
toda su fortuna, pero en vez de mejorar, había empeorado. Oyó hablar de Jesús,
vino y se le acercó por detrás entre la gente y le tocó el manto, pensando que,
con sólo tocarle el vestido, se curaría. Inmediatamente se le secó la fuente de
su hemorragia y sintió en su cuerpo que estaba curada.
Jesús notó al instante que una fuerza curativa había salido de él, se
volvió hacia la gente y les pregunto: "¿Quién ha tocado mi manto?".
Sus discípulos le contestaron: "Estás viendo cómo te empuja la gente y
todavía preguntas: ¿Quién me ha tocado?' ". Pero él seguía mirando
alrededor, para descubrir quién había sido.
Entonces se acercó la mujer, asustada y temblorosa, al comprender lo
que había pasado; se postró a sus pies y le confesó la verdad. Jesús la
tranquilizó, diciendo: "Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y queda sana
de tu enfermedad". Todavía estaba hablando Jesús, cuando unos criados
llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle a éste: "Ya se murió
tu hija. ¿Para qué sigues molestando al Maestro?". Jesús alcanzó a oír lo
que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: "No temas, basta que tengas
fe". No permitió que lo acompañaran más que Pedro, Santiago y Juan, el
hermano de Santiago.
Al llegar a la casa del jefe de la sinagoga, vio Jesús el alboroto de
la gente y oyó los llantos y los alaridos que daban. Entró y les dijo:
"¿Qué significa tanto llanto y alboroto? La niña no está muerta, está
dormida". Y se reían de él.
Entonces Jesús echó fuera a la gente, y con los padres de la niña y sus
acompañantes, entró a donde estaba la niña. La tomó de la mano y le dijo:
"¡Talitá, kum!", que significa: "¡Óyeme, niña, levántate!".
La niña, que tenía doce años, se levantó inmediatamente y se puso a caminar.
Todos se quedaron asombrados. Jesús les ordenó severamente que no lo dijeran a
nadie y les mando que le dieran de comer a la niña.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
MEDITANDO LA PALABRA DE
DIOS
En ciertos momentos de la
vida, somos salvados de maneras insólitas. En otros instantes, sacrificios
indescriptibles de algunos suceden para bien de muchos. Es el caso del Rey
David, quien pierde a su hijo en una absurda guerra que se originó por la codicia de un trono. Ciertamente, el
cuarto mandamiento reza que debemos amar y respetar a nuestros Padres. Esto nos
incluye a todos. Nadie puede ir contra sus padres para alcanzar sus propios objetivos.
Es posible que Absalón haya quedado desprotegido porque salió de la Esencia
Divina al infringir contra este mandamiento celestial. En cambio, David fue
salvado porque su fe era muy grande, aunque la muerte de su hijo lo sumergió en
un gran dolor.
En el evangelio, se
pueden conocer dos milagros productos de la fe buena. La mujer que es sanada
indirectamente por Jesús, al salir de nuestro Señor, una fuerza curativa y la
resurrección de la hija de Jairo. En ambos casos, los dos principales
protagonistas son Jesús el Amor y la fe puesta en Él. Que interesante. Por
consiguiente, no existe nada que dude en ocurrir cuando el Amor de Dios es la fuerza
que provee lo que se ansía…Bendito sea Dios!!!
ORANDO A DIOS:
Amado Dios, que seas
Adorado en todo tiempo porque tu misericordia y tu bondad son eternas.
Perdóname por depositar la confianza en mis propios esfuerzos, en personas o en
bienes que no tienen vida. Ilumina mi alma para que ponga en tu Amor toda la fe
en obtener lo que anhelo que sea para mi bien y el bien de muchos…Amén Bendito
Dios!!!
“LA FE ES UN ESPIRITU QUE
ME HACE SENTIR SEGURA DE QUE EL SEÑOR MI DIOS SIEMPRE SERÁ BUENO CONMIGO”
¡Qué Papá Dios bendiga tu
ser, tu familia y tu vida con su amor, su paz y su gozo!
¡FELIZ Y BENDECIDO MARTES!
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